Sentados en una banca de la plaza de armas, mirando al Mar, sin decirnos nada por largo rato. Era de tarde, veíamos como pasaban las gaviotas por encima de nosotros. A veces nos agarrábamos de las manos sin que nadie nos viera. Ella me miraba, me hacía una mueca sacándome la lengua, yo me reía y seguíamos viendo el Mar. Al rato se me acercó más y me dijo para ir a su casa. Le dije, ya.
Ella
se acomodo su cabello para un costado y caminó sin decir nada, ella caminaba
relajada sabiéndose que tenía el control de las cosas, y yo a su costado
mirándole sus labios y su cabello. Cuando llegamos a su casa ella miró a ambos
lados de la calle. Ella entraba a su casa por la puerta de una cochera, abrió
la pequeña puerta de la cochera y entró. Al rato me hizo señas para que entre.
Yo me agaché y entré a esa cochera algo oscura. Ella cerró la puerta despacio.
No hagas mucha bulla, mi hermano menor está durmiendo, me dijo susurrándome. Yo
asenté con la cabeza, y luego me sentí un tonto, porque en esa oscuridad no
creo me haya visto mover la cabeza.
Ella
me tomo de la mano, me abrazó por la cintura con ambas manos, y me besó. Me
jalo bien pegado a ella y siguió besándome. Mi corazón latía fuerte. Pero al
rato se calmó, mi corazón, pero yo no.
Ella
olía riquísimo, me encantaba su aroma. Sentir el sabor de sus labios con el
aroma de ella era una combinación mágica, que me dejaba más tonto de lo que ya
era. Éramos jóvenes, aún estábamos en quinto de secundaría, pero en colegios
distintos. Ella en colegio particular y yo en colegio fiscal.
El
uniforme de su colegio le quedaba lindo, se veía linda con él. En ese momento
que nos besábamos me acordé de eso y se lo dije. Te ves linda con tu uniforme
de colegio, le dije susurrándole al oído. Ella se rió suave, mirándome con sus
ojazos. Gracias, dijo sin soltarme.
En ese
momento era como si fuéramos uno, estábamos tan pegados uno al otro, que
parecíamos una sola persona. Su cuerpo se acomodaba tan bien al mío, como si fuéramos
de la misma talla. Nos besábamos en silencio, por momentos no aguantaba las
ganas de morderle sus labios gruesos, y ella al sentir que se los mordía con
suavidad, me miraba como queriéndome decir algo, pero solo ponía su dedo en mis
labios, como pidiéndome “silencio”.
Abrazándonos
y besándonos nos movimos un poco hacía la pared y algunas cosas se cayeron,
hicimos algo de ruido, ella me tomó fuerte de las manos, e hizo una señal de “alto”
con sus manos. Nos quedamos en silencio. Ella miró hacía la puerta que estaba
dentro de la cochera que daba el ingreso a su casa. Sentimos que algo hacía
ruido, era su hermano, parecía que se había despertado. Ella movió su cabeza algo
nerviosa, como no sabiendo si salir a la calle o quedarnos ahí. Yo estaba
calmado, no me sentía nervioso, porque después de besarla así, estaba preparado
para todo. Que se venga el fin del mundo, no me importa, pensé calmado. Ella me
jalo de la mano y nos agachamos en un rincón de esa cochera oscura, y esperamos
ahí agachados. Al rato vimos escondidos que su hermano menor pasó cerca a
nosotros, abrió la puerta de la cochera y se fue a la calle.
Ella
se tapaba la boca para no reírse, pero no podía contenerse, se reía, pero
tratando de contenerse. Sus cabellos castaños le tapaban el rostro y ella se los
acomodaba hacía un lado. Las cosas que me haces hacer, me decía riéndose. Es
lindo hacer estas cosas contigo, le dije.
Al rato salimos a la calle
y nos fuimos a caminar por la playa, tomados de la mano, mirando cómo caía el
Sol.
5 comentarios:
Me quede con ganas d leer mas. Lindo
date tiempo para poner una publicacion mas, disfruto mucho leerlo, cdt
cuando entro al blog y veo q no publicaste nada , solo me toca volver a leer, sigo esperando otra publicacion :)
Es lindo lo que escribes mi amor y tambien es lindo saber que otras personas disfrutan tus publicaciones tqm.
Si aquella cochera hablara, si aquella casa donde vivía antes contara las cosas que hicimos juntos ahí de jovenes, mis padres ni lo creerían, ni lo imaginarían.
Alguien me contó que escribias historias, que sorpresa encontrar algunas que vivimos juntos. Me gustó leerlas. Cuidate y mucho. Fiorella.
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